¿Qué es un ataque de pánico o crisis de ansiedad?
La OMS (Organización Mundial de la Salud) declaró el ataque de pánico como la patología psicológica más importante en el año 2000 porque afectaba al 20% de la población. Ha ido en aumento.
En las crisis de ansiedad o ataques de pánico, observamos las reacciones de ansiedad más intensas. La manifestación psicofisiológica extrema del miedo es el pánico. Lo que convierte el miedo en pánico no es el contenido de lo que nos asusta sino el modo en que enfrentamos nuestras sensaciones. No es el miedo en sí lo que cuenta, sino las interacciones que la persona establece con él.
La experiencia de sufrir un primer ataque de pánico es muy disruptiva. Se caracteriza por la aparición de un miedo o malestar extremo, que en pocos minutos alcanza su máxima expresión. La persona que tiene un ataque de pánico sufre durante el ataque y después de haberlo tenido porque se queda devastada. Una experiencia fulminante que dura pocos minutos.
Síntomas crisis de ansiedad o ataque de pánico:
- Miedo o pánico repentino y exagerado.
- Palpitaciones, aceleración del ritmo cardíaco (taquicardias).
- Sensación de inestabilidad, mareo o desmayos.
- Temblores, escalofríos, sofocos o sudoración.
- Sensación repentina de falta de aire.
- Sensación de opresión en el pecho.
- Náuseas, vómito o molestias abdominales.
- Sensación de salir del propio cuerpo o de irrealidad.
- Sensación de hormigueo y entumecimiento.
¿Qué desencadena un ataque de pánico?
La diferencia entre quien vive un miedo y lo supera, de quien se queda atrapado, reside justamente en las percepciones y reacciones de la persona ante el miedo.
El miedo puede desencadenar un ataque de pánico tanto por estímulos internos como externos. Algunos ejemplos:
- El miedo a perder el control de mí mismo. El miedo a tener miedo desencadena la escalada hasta llegar al ataque de pánico.
- El miedo a morir de forma fulminante por razones de salud (paro cardíaco, infarto coronario, ictus, etc.).
- El miedo a volar.
- El miedo a las alturas, la acrofobia.
- El miedo a perder personas queridas.
- El miedo a los animales (zoofobia) o insectos.
- La claustrofobia: el terror a permanecer en espacios estrechos de los que es imposible salir con rapidez.
- La agorafobia: miedo a estar solo o a alejarse solo de los lugares que consideramos seguros.
- El miedo al rechazo social o ansiedad social.
- El miedo a las enfermedades (hipocondría).
- La necesidad de poner en marcha los rituales compulsivos para poder gestionar el miedo (TOC)
- La fobia al propio aspecto (dismorfofobia). La persona se fija en una peculiaridad estética que rechaza, lo vive como un tormento capaz de desencadenar reacciones de pánico.
¿Qué puedo hacer para gestionar mi ansiedad?
Ante una amenaza, nuestro cuerpo provoca la reacción de ansiedad como respuesta funcional, con el fin de lograr los reajustes corporales que nos permitan reencontrar el equilibrio. Sin embargo, todas las variantes de ataque de pánico se forman sobre la base del intento de combatir el miedo que emerge ante esta reacción fisiológica. Si la persona logra evitar que se active la secuencia de intentos que fracasan para controlar las propias reacciones, se impide la escalada del miedo hasta el pánico.
Si sufres de ataques de pánico, habrás puesto en marcha estos comportamientos, con la intención de reducir tu ansiedad:
- intentar tranquilizarte con argumentos racionales
- intentar evitar todo aquello que te asusta o huir
- buscar la ayuda y protección de los demás para sentirte seguro
- intentar reducir tus reacciones psicofisiológicas, sin lograrlo
Sin embargo, tienes que saber que estos comportamientos, en vez de ayudarte a reducir tu ansiedad lo que hacen es alimentarla. Existe el riesgo de que puedas llegar a construir una verdadera patología.
Por tanto, el primer paso para empezar a gestionar mejor tu ansiedad sería evitar poner en marcha estos comportamientos. ¿No sabes cómo hacerlo? ¿No te ves con fuerzas? ¿No sabes por dónde empezar? Puedo ayudarte, Susana del Corral psicóloga en Barcelona.
Los tratamientos realmente eficaces y eficientes para el trastorno de pánico, deben guiar al paciente de forma progresiva y respetando sus limitaciones, a interrumpir su tendencia a la evitación, interrumpir su intento de controlar los síntomas psicofisiológicos, a bloquear las solicitudes de ayuda y protección por parte de los demás y, finalmente, hacerlo capaz de sumergirse voluntariamente en el miedo hasta anularlo, pero siempre de un modo que sea aceptable para el paciente. Como refiere una antigua máxima islámica: “el miedo que se mira a la cara se transforma en valor”.
¿Cómo prevenir el ataque de pánico de forma saludable?
La prevención consiste en la capacidad de reorientar las reacciones usuales al miedo o a las dudas sobre la peligrosidad de ciertas situaciones o determinadas sensaciones.
Si, por ejemplo, te encuentras en medio de mucha gente y empiezas a sentirte mal, tu cuerpo te pedirá huir. Puedes ceder a este instinto y hacerlo, aún sabiendo que actuando así sólo vas a empeorar las cosas. Pero también puedes imponerte pensar que, si escapas, tu miedo aumentará y se transformará en pánico, y la próxima vez quizás no logres ni caminar en medio de la gente. Entender que tu reacción instintiva hace que las cosas empeoren te puede permitir no sólo bloquear y prevenir la activación de una eventual reacción en cadena de miedo patológico, sino también aumentar la confianza en tus capacidades. Ovidio: “es el miedo el que nos vuelve audaces”.
Si ya has sufrido un ataque de pánico y temes que pueda volver a suceder, o temes poder sufrirlo por primera vez, ponte en contacto con tu psicólogo clínico en Barcelona. Susana del Corral psicóloga en Barcelona. Tu problema tiene solución. ¿Te ayudo?