Una fobia puede desarrollarse sin necesidad de enfrentarse a algo peligroso, cualquier cosa (animada o inanimada) es susceptible de convertirse en objeto de una fijación fóbica y conducir al pánico.
Los trastornos fóbicos pueden subdividirse en dos grandes categorías:
- La persona no tiene posibilidad de evitar aquello que le da miedo, se ve obligada a enfrentarlo y no logra salir vencedora. Experimenta síntomas de ansiedad que la asustan: aceleración del ritmo cardíaco, sensación de mareo, dificultades respiratorias… intenta controlar esta sintomatología pero no lo consigue. Al no conseguirlo, tiene la sensación de perder el control y entra en pánico. Se desencadena un ataque de pánico que la deja invalidada. Suele acudir a urgencias por miedo a morir de forma inminente. El desencadenante de estas sensaciones de ansiedad puede ser predecible (la persona ya anticipa que sentirá ansiedad al enfrentarse a aquello que le da tanto miedo) o impredecible (la ansiedad aparece de forma repentina).
- La persona evita enfrentarse a aquello que le da miedo. Pone en marcha mecanismos patológicos para evitar tener un ataque de pánico (que quizás jamás ha sufrido). La persona se autoimpone limitaciones y renuncias para protegerse del eventual ataque de pánico. El paciente fóbico evita estar solo y deja de hacer todo aquello que le da miedo. Es su forma de protegerse, no se da cuenta de que de que condicionar su vida en base a evitar aquello que le da miedo, puede convertirse en el mejor modo de provocar que sus miedos puedan ir ampliándose, incluso hasta el punto de que su casa se convierta en el único lugar seguro y evite salir de ésta, construyendo así una agorafobia. Incluso puede llegar a evitar levantarse de la cama para una mayor seguridad. El miedo al miedo que incapacita. La persona se encarcela en su jaula protectora, sufre y no vence el pánico, que siempre está en su mente, como un enemigo que puede aparecer detrás de cualquier esquina. Ha construido un equilibrio patológico que no quiere romper. F. Pessoa “llevo encima las heridas de todas las batallas que he evitado”.
Tipos de fobias más comunes:
- Miedo o fobia a morir de forma fulminante por razones de salud (paro cardíaco, infarto coronario, ictus, etc.).
- Miedo o fobia a volar (aerofobia). Suele ser una percepción fóbica aislada, que raramente conduce a formas generalizadas de trastorno de pánico.
- Miedo o fobia a las alturas (acrofobia).
- Miedo a perder personas queridas.
- Miedo o fobia a los animales. La zoofobia es el miedo a los animales en general, pero suele manifestarse en fobias específicas a determinados animales. Un tipo de fobia que rara vez se transforma en una patología que incapacita en general.
- Miedo o fobia a los insectos (entomofobia). Las más comunes son fobia a las abejas, avispas, cucarachas o arañas. Tienden a ser formas de mono-fobia que rara vez se transforman en patologías que incapacitan en general.
- Claustrofobia (el terror a permanecer en espacios estrechos de los que es imposible salir con rapidez) y agorafobia (miedo a estar solo o a alejarse solo de los lugares que consideramos seguros), ambas funcionan de forma opuesta pero muy frecuentemente se unen.
- Miedo al rechazo social, fobia social o ansiedad social.
- Miedo o fobia a hablar en público (glosofobia).
- Miedo a las enfermedades (hipocondría). Personas constantemente preocupadas por su propia salud, que se controlan continuamente y ante la primera y mínima señal de alarma, caen en pánico.
- Fobia al propio aspecto o dismorfofobia. La persona se fija en una peculiaridad estética que rechaza, lo vive como un tormento capaz de desencadenar reacciones de pánico.
La persona puede poner en marcha rituales compulsivos para intentar controlar su fobia, en ese caso el trastorno fóbico puede derivar en un trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
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