Cualquier cosa (animada o inanimada) puede convertirse en objeto de una fijación fóbica y conducir al pánico. No es necesario enfrentarse a algo peligroso para desarrollar una fobia. Tendemos a hablar de nuestros miedos y de este modo sólo logramos que cojan más presencia y protagonismo. Los miedos son muy contagiosos, deberíamos evitar hablar de ellos.
Formas de reaccionar ante las fobias:
- ¿No te queda más remedio que enfrentarte a tu fobia y no logras hacerlo con éxito? ¿Sientes los síntomas de ansiedad que tanto te asustan? ¿Se te acelera el corazón, sensación de mareo, dificultades para respirar? ¿Intentas controlar estos síntomas sin lograrlo? Y justamente, este intento de control fallido es lo que más te asusta, te produce la sensación de perder el control y entras en pánico. Temes morir de forma inminente. Tienes un ataque de pánico que te deja totalmente abatido.
- ¿Haces todo lo posible para evitar enfrentarte a tus miedos? ¿Te autoimpones limitaciones y renuncias para protegerte del eventual ataque de pánico? ¿Evitas estar solo y dejas de hacer todo lo que te da miedo? No te das cuenta de que tu aparente solución se está convirtiendo en tu trampa. Evitar todo lo que te da miedo, puede convertirse en el mejor modo de ampliar tus miedos, incluso hasta el punto de que tu casa se convierta en el único lugar seguro y evites salir de ésta. Tu jaula protectora puede convertirse en tu cárcel. Y el miedo sigue estando ahí, siempre en tu mente, como un enemigo que puede aparecer detrás de cualquier esquina.
E. Cioran “el miedoso primero edifica sus temores y luego se instala encima de ellos”
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